martes, 16 de junio de 2009

- Adiós - le dijo a la flor. Esta no respondió.
- Adiós - repitió el principito. La flor tosió, pero no porque estuviera resfriada.
- He sido una tonta - le dijo al fin la flor -. Perdóname. Procura ser feliz.


Se sorprendió por la ausencia de reproches y quedó desconcertado, con el globo en la mano, no comprendiendo esta tranquila mansedumbre.

- Sí, yo te quiero - le dijo la flor -, ha sido culpa mía que tú no lo sepas; pero eso no tiene importancia. Y tú has sido tan tonto como yo. Trata de ser feliz ... Y suelta de una vez ese globo; ya no lo quiero.

- Pero el viento...
-
No estoy tan resfriada como para... El aire fresco de la noche me hará bien. Soy una flor.
- Y los animales...
-
Será necesario que soporte dos o tres orugas, si quiero conocer las mariposas; creo que son muy hermosas. Si no ¿quién vendrá a visitarme? Tú estarás muy lejos. En cuanto a las fieras, no las temo: yo tengo mis garras.

Y le mostraba ingenuamente sus cuatro espinas. Luego añadió:
- Y no prolongues más tu despedida. Puesto que has decidido partir, vete de una vez.

La flor no quería que la viese llorar: era tan orgullosa.

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